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La identidad es un concepto que suele abarca más que el nombre propio de una persona o la personalidad que la hace reconocible para los demás en su forma de ser, así como también suele ser más que el carácter que la define. Entonces, ¿qué es la identidad de una persona? ¡Descúbrelo con nosotros!
Comienza a detallar cada característica que engloba tu comportamiento, tus actividades, tu cultura y tu forma de reaccionar ante cada situación, así como el lugar que ocupas para ti mismo y los demás en cualquier ámbito. Piensa en ello mientras lees este artículo y podrás saber en qué consiste la identidad de una persona. ¡No dejes de leer!
El concepto general de la identidad de una persona se trata de un conjunto de componentes, elementos o rasgos que le permiten a una persona ser individualizada ante los demás. En otras palabras, se refieren a cada una de las características que nos diferencian del resto de los individuos en el mundo.
Al hablar de qué es la identidad de una persona podríamos divagar por cada una de las corrientes filosóficas dedicadas a definir en qué consiste una identidad, ya que es a partir de ellas que se realizan distintas preguntas destinadas a hallar el concepto exacto de tal término. Desde preguntar por la naturaleza o su enfoque, la identidad corresponde a una pregunta que ha de abarcar distintos rasgos de una persona, que a menudo suelen cambiar de acuerdo a la percepción de ella misma o de terceros.
De acuerdo a esta definición, la identidad por excelencia es la identidad personal, ya que se refiere a aquella que hace que un individuo le dé sentido a su propio ser con los rasgos que lo distinguen en una sociedad.
Dentro del esquema que ha de definir en qué consiste la identidad de una persona, es necesario corroborar ese conjunto de elementos que hacen que una persona sea única y sea posible individualizarla. Entre esos componentes que por lo general son tomados en cuenta para definir la identidad personal, tenemos los siguientes:
Cuando hablamos de características propias de una persona, es necesario evaluar la durabilidad con la que han sido manifestadas en el tiempo, es decir, evaluar aquellas que pueden estar vigentes desde que el individuo era un niño hasta su adultez, así como también se analizan aquellas que han sido desarrolladas conforme a la madurez.
Es un hecho que una persona suprime o desarrolla características de sí misma de acuerdo a las experiencias adquiridas, de manera que es necesario evaluar las circunstancias en las que se realiza este proceso que le da origen a la identidad de una persona.
Una persona mantiene ciertos rasgos que han de ir en conexión directa con el resto, de manera que puede decirse que sus actos no son contradictorios y mantienen la coherencia pertinente para desarrollar una identidad.
Si bien la identidad de una persona se desarrolla de forma que ella misma puede reconocer sus rasgos individualizadores. Esto va unido al modo en que cada uno va asemejándose o diferenciándose con respecto en la sociedad en la que se desenvuelve, es decir, que la identidad social o identidad colectiva es la misma que vincula a la persona con las demás.
El entorno cultural en el que una persona crece y se desarrolla tiene un impacto significativo en su identidad. Esto incluye aspectos como el idioma, las tradiciones, las costumbres, la religión y los valores culturales. Estos valores y creencias se transmiten a través de generaciones y pueden incluir aspectos como la importancia de la familia, la ética laboral, la igualdad de género, la religión y la justicia, entre otros.
Otro componente cultural indispensable para la identidad de la persona es el idioma, que no solo proporciona una forma de comunicación, sino que también refleja la cosmovisión y las perspectivas culturales de una comunidad.
La familia desempeña un papel crucial en la formación de la identidad de una persona. Las interacciones, los valores, las normas y las experiencias familiares contribuyen a moldear la identidad individual.
La familia es el primer entorno social en el que una persona se desarrolla y aprende las normas y valores básicos. Durante la infancia, los miembros de la familia transmiten conocimientos, comportamientos y actitudes que son fundamentales para la identidad de una persona. Las dinámicas familiares, como la autoridad, la comunicación, la toma de decisiones y la distribución de responsabilidades, pueden influir en cómo una persona se ve a sí misma y cómo se relaciona con los demás en diferentes contextos.
Las relaciones sociales y la pertenencia a grupos, como amigos, compañeros de trabajo o comunidad, también influyen en la identidad de una persona. Estas interacciones sociales pueden influir en las actitudes, las creencias y las elecciones personales.
A través de las relaciones sociales, una persona recibe retroalimentación y reflejo de los demás, lo que contribuye a su autoconcepto y autoimagen. Las experiencias compartidas, los roles asumidos en diferentes contextos sociales y las opiniones y percepciones de los demás pueden influir en cómo una persona se ve a sí misma y cómo define su identidad.
A su vez, las relaciones sociales nos aportan herramientas y habilidades que vamos puliendo a lo largo de nuestra vida para relacionarnos con los demás, como son la empatía, la comunicación, la resolución de conflictos y la colaboración.
Los aspectos biológicos, como la genética y la herencia también pueden tener un impacto en la identidad de una persona. Características como el género, la apariencia física y la salud pueden afectar cómo una persona se percibe a sí misma y cómo es percibida por los demás.
La genética y los factores biológicos determinan las características físicas de una persona, como el color de ojos, el tipo de cabello, la estatura, la complexión, entre otros aspectos. Estas características pueden tener un impacto en la autoimagen y la confianza de una persona.
Algunas condiciones de salud mental, como la depresión, la ansiedad o los trastornos del espectro autista, tienen una base genética, lo que afecta a la forma en que una persona experimenta y percibe el mundo
Las experiencias personales, los intereses, las habilidades y las aspiraciones individuales también influyen en la identidad. Los logros, los fracasos y los desafíos que enfrenta una persona en su vida pueden ayudar a dar forma a su identidad única.
Las experiencias traumáticas, los fracasos o las situaciones difíciles pueden llevar a la adopción de mecanismos de defensa o a la búsqueda de superación personal, lo que a su vez afecta la identidad individual.
Entre otros factores individuales, distinguimos las aspiraciones y las metas. Las metas pueden ser académicas, profesionales, personales o relacionadas con otras áreas de la vida. El esfuerzo por alcanzar estas metas, así como la orientación y la motivación para perseguirlas, pueden moldear la identidad individual.
Los hobbies, las actividades creativas, los campos de estudio preferidos o cualquier otro interés específico pueden ayudar a definir cómo una persona se ve a sí misma y cómo se percibe en relación con sus pasiones. Además, los intereses también pueden influir en la formación de grupos de referencia y en la elección de amistades o comunidades afines.
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